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martes, 4 de septiembre de 2012

cierto. la pena de muerte no rige en la UE, menos en Escandinavia cuyo humanismo arranca sin mencionarlo de los profundos principios cristianos que se arraigaron previo al tiempo de Gustav Vasa que expulsó a los católicos matando muchos sacerdotes y religiosas. lo cierto es que Breivik soportará 21 años de cárcel cerrada, que en nuestros países equivaldría a 40, o más es que el sicópata asesino tendrá tiempo para meditar su crimen.


El 22 de julio 2011, Anders Breivik, un extremista de derecha noruega de 33 años, asesinó a 77 personas. Esto incluye 69 jóvenes reunidos en la isla Utoya en un campamento de verano de la juventud socialista que fueron matados con un fusil de precisión y otras ocho personas muertas en un atentado en el barrio gubernamental de Oslo. Fue un crimen enorme para ser cometido por un solo hombre el mismo día.
El 22 de agosto 2012 Breivik fue reconocido psicológicamente responsable de sus actos y condenado por actos terroristas a 21 años de reclusión, la pena máxima aplicada en Noruega. Según las explicaciones del tribunal el asesino sufría de problemas de personalidad con características antisociales y narcisistas, pero sin síntomas de esquizofrenia. Breivik ha calificado el veredicto de ilegítimo, ya que rehusó la competencia del tribunal de Oslo para juzgarlo. La defensa ha anunciado que no apelará el veredicto, lo que significa que la condenación pronunciada es definitiva.
Frente a su crimen monstruoso, el castigo de Breivik parece leve. Los 21 años de prisión donde podrá recibir invitados, dar entrevistas, publicar libros y tener acceso a los medios incluyendo Internet son un castigo insuficiente. La pena de muerte que hubiera merecido Breivik en países como Estados Unidos o China no existe en Europa (excepto Bielorrusia) donde es considerada como una barbarie. La abolición de la pena de muerte constituye una de las condiciones previas que necesita cumplir un país para entrar a la Unión Europea.
Noruega, siguiendo los resultados de un referéndum nacional y como uno de los pocos países europeos, no es miembro de la Unión Europea, pero sigue la doctrina europea de que el castigo de un criminal no es una venganza y más bien tiene por objetivo de educarlo. En la situación ideal, se supone que el criminal pueda salir de la prisión, cuando sea juzgado, apto de adaptarse de nuevo a la sociedad. Le quedan los remordimientos. Por de pronto Breivik no mostró ningún arrepentimiento ni presentó excusas a las familias de sus víctimas. Con el tiempo su conciencia le proporcionará el castigo interno y personal, el castigo psicológico, su propio infierno privado.
La mente criminal es complicada. La famosa novela de Dostoievski, “Crimen y castigo” describe la vida psicológica del asesino Raskolnikov con tanta precisión que llega a justificar sus actos y entonces el crimen aparece lógico y normal. El título de la novela se refiere al crimen que comete Raskolnikov y al castigo psicológico que nace de su lucha interna. Las motivaciones de Breivik eran políticas e ideológicas. En un manifiesto de más de 1.500 páginas publicado en su blog en Internet antes de cometer los crímenes Breivik se declara anti socialdemócrata, antiinmigración extra-europea, anti islámico, racista y anti integración europea. Su crimen es la expresión de esta ideología extremista de derecha.
Cuando Noruega cierra la página de un proceso digno y bien llevado, fiel a sus principios de derecho, queda la inmensa tristeza de las familias y el trauma general en la conciencia nacional. ¿Cuáles son las lecciones que pueden aprender de esta experiencia las familias afectadas, las autoridades y la sociedad noruega?, ¿mejores leyes?, ¿nuevas consignas de seguridad?, ¿tal vez mayor control de las ideologías del odio, que en nombre de la libertad se propagan en los países industrializados? Hacia el mundo exterior Noruega ha demostrado la vigencia del Estado de Derecho a pesar de la atrocidad del crimen cometido.
El autor es comunicador social