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viernes, 21 de febrero de 2014

dice Puente: No te consueles con que son innumerables los machos violentos, violadores, acosadores y potencialmente asesinos, porque al simbolizarlos a todos vienes a ser el más odiado, el más despreciado, el que realmente no parece digno de existir.

un sacerdote jesuíta Rafael Puente, salido de la orden, aunque amante de la Justicia y de la Verdad se pregunta "Dónde esta Clavijo, el asesino de la periodista Hanalí?" y se refiere al burdo montaje de su suicido que tuvo lugar en Los Yungas de LP, después del crimen de su mujer. muchos dicen que está en Caracas bajo identidad cambiada, protegido como fue de la Policía y el Gobierno de Bolivia.

Ya pasó un año de que asesinaste a Hanalí, tras haberle amargado la vida varios años. Hace también bastante tiempo que desapareciste.
¿Dónde estás ahora? ¿Quién es tu nueva víctima?, porque la gente como tú no puede vivir sin victimar a alguien. ¿Será cierto que te han visto en tierras venezolanas? A fin de cuentas, nos da lo mismo, lo importante es que estás en alguna parte.
Y estés donde estés, lo que debes saber es que te convertiste en símbolo del peor estilo patriarcal, y es precisamente gracias a eso que conseguiste la más denigrante impunidad.
Los que tendrían que juzgarte miran a otro lado, los mandos superiores practican el espíritu de cuerpo, no tanto por solidaridad cuanto por el criterio de "hoy por ti, mañana por mí”. 
Parece que todos ellos se sienten en el derecho de, llegado el momento, hacer con sus parejas lo que les venga en gana, para eso son los machos dueños de la familia y de la sociedad.
Sabemos que el Estado es esencialmente patriarcal, y la Policía, brazo represivo del Estado, doblemente patriarcal.
Gracias a eso has podido escapar, teniente Clavijo, no sabemos adónde, pero la historia es larga y el mundo no es lo suficientemente ancho para que te puedas esconder definitivamente. Son millones las mujeres que te buscan, muchas, sin saberlo, te están buscando y puedes estar seguro de que te encontrarán.
En todo caso, conviene que sepas que nadie cree lo de tu suicidio, tan mal montado y tan poco verosímil. Y cuando el Ministerio Público -al igual que el Instituto de Investigaciones Forenses- esquivó de forma chapucera la demanda de los abogados de tu víctima que exigían la exhumación de esos tus supuestos restos, no hicieron más que confirmar lo que todos creen.
Y cuando la Interpol informa que sigues en su lista negra, quiere decir que tampoco la Interpol cree en la comedia de La Asunta.
¿No te das cuenta, teniente, que tener que cambiar de identidad equivale a reconocer que tu verdadera identidad -es decir tú mismo- está definitivamente descalificada? ¿No sientes que deja de tener sentido vivir una vida que no es la tuya?
Si cambiando de identidad pudieras cambiar de personalidad, tal vez valdría la pena, pero es evidente que no puedes ni quieres cambiar.
Y no te consueles con la idea de que no eres el único, con que se saben los nombres y apellidos de otros que, tanto en sus casas como en las oficinas públicas, han maltratado a mujeres y siguen impunes (y ni siquiera necesitan simular su muerte).
No te consueles con que son innumerables los machos violentos, violadores, acosadores y potencialmente asesinos, porque al simbolizarlos a todos vienes a ser el más odiado, el más despreciado, el que realmente no parece digno de existir.
Por supuesto, no te remuerde la conciencia. Si tuvieras conciencia te habrías presentado a la justicia, habrías pedido que no te perdonen o habrías acabado tú mismo con tu vida, porque, como dice un amigo mío, la única autocrítica seria es el suicidio.
Pero no  esa ficción de suicidio que te organizaron en La Asunta, sino un suicidio de verdad. En tu caso con conferencia de prensa y ante notario.
¿Dónde estás, teniente Clavijo? Hanalí seguro que lo sabe, y eso debiera resultarte suficientemente amargo.
Rafael Puente es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA) de Cochabamba.