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miércoles, 14 de septiembre de 2011

la rara conducta de los psicópatas carentes de empatía y que les hace menospreciar a los demás y aprovecharse de la debilitad ajena. (Religión Digital. Rarezas)

4.1. ¿Es tan rara la conducta psicópata (o sociópata)? Se dice que autistas y psicópatas (que responden sin dudar en plan “racional” o amoral los dilemas de Hauser) carecen de empatía. Pero hay una clara diferencia:

El autista se pierde en el mundo de lo textual: sólo capta partes y objetos, no contextos verbales ni emociones.

Por el contrario, el psicópata posee un tipo superficial de empatía, que utiliza para aprovecharse de las debilidades de otros a los que somete o manipula.

Y lo hace sin empatía profunda: conoce el dolor que causa pero es insensible a cualquier dolor causado a otras personas. Carece de cualquier sentimiento “moral”.

Se pone en el lugar del otro, sólo para explotarlo mejor como objeto de su parasitación y disfrute sádico-narcisista. Y sólo en este sentido y con ese fin se ocupan de entender qué y cómo siente, qué necesita, qué debilidades tienen sus potenciales víctimas.

El psicópata, en fin, manipula a otros con total indiferencia moral y aun con cierta excitación y orgullo de poder: disfruta a costa de ellos, sintiéndose superior (orgulloso, con disfrute sado-narcisista) por imponerse merced al uso de su mayor inteligencia fría.

Así, el psicópata demuestra cierta capacidad de ponerse en el lugar de ese otro al que finge apoyar, apreciar, entender o amar. Lo que significa que el psicópata posee inteligencia emocional y un tipo superficial de empatía, vacía de sentimiento afín al otro. Alejada del sentimiento empático profundo que pueda sernos familiar o aun inteligible desde ese fondo moral que compartimos (según Hauser, Hume, Kant y otros).

“El psicópata posee empatía intelectual, no emocional” (…) “puede intentar imaginarse lo que tú piensas, pero no cómo te sientes.” (Robert Hare, entrevistado por E. Punset, 1996.)

Hay psicópatas blandos. No matan, pero descuartizan todo su entorno emocional. Y hay mucho psicópata con camisa y corbata de lujo y mucha facilidad de persuasión” (E. Punset).

Existe aproximadamente un 1,5% de psicópatas, en su mayoría fuera de las prisiones y de cualquier conducta violenta conocible. Dispuestos a medrar a costa de otros, indiferentes al daño causado a sus derrotados o conquistadas…

Y, lo que es peor, esta conducta inteligente y fría tiene buena prensa: se ensalza en nuestros filmes y entre nuestros jóvenes: los “duros” y “fríos” están de moda…

4.2. A propósito de la empatía. Razones o inclinaciones morales: ¿Normas o empatía? ¿Qué nos frena?

Filósofos morales:

a) deontologistas (Kant): la moral consiste en la obediencia de reglas obligatorias. Es “la ciencia del deber”. Los absolutistas creen que hay absolutos para el bien el mal. Es muy difícil hallar absolutos morales fuera de los campos religioso y patriótico. b) consecuencialistas: la moralidad de una acción sólo puede juzgarse por sus consecuencias (o intenciones). Incluidos los utilitaristas como Jeremy Bentham (1748-1832): la moralidad consiste en evitar la infelicidad y propiciar el bienestar de otros (“vive y deja vivir”).

El mundo se halla escindido en dos grandes fuerzas: la búsqueda del placer y el deseo de evitar el dolor. Lo conveniente es tratar de maximizar lo 1º y minimizar lo 2º, siendo irrelevante cualquier otra distinción.

Moral kantiana. El imperativo categórico tiene tres formulaciones:


--1) "Obra sólo según una máxima tal, que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal."

--2) "Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca sólo como un medio."

--3) "Obra como si por medio de tus máximas fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de los fines".

¿Es la “razón” kantiana o el sentimiento la fuente de la moral? Hay interpretaciones:

Hume (1711-1776): “Nunca podemos realizar juicios morales basándonos únicamente en la razón. Nuestra razón trata con hechos y extrae conclusiones a partir de ellos, pero no nos puede llevar a elegir una opción sobre otra; sólo los sentimientos pueden hacerlo.”

Robert Hinde (1923): “Aunque los preceptos morales no estén construidos por la razón, deberían ser defendibles por la razón.”
Carlo Mª Cipolla (1922-2000): Leyes fundamentales de la estupidez humana (Allegro ma non troppo, 1988).

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