la nota está en ABC de la fecha. a continuación publicamos la primera parte de esta nota.
Sin miedo al castigo
En parte, esto se debe a que no sienten miedo ante el castigo y, sin ello, es mucho más complicado formar una conciencia que impida que delincan o que les provoque remordimientos después de actuar. «Su sensación interna de impunidad es brutal», reconoce Manuel de Juan. Un problema de base biológica que sin embargo no implica que no puedan aprender.Algo parecido ocurre con su falta de empatía. En diferentes estudios se comprobó que no la sentían hacia los demás, pero sí hacia sí mismos. Al final, los expertos han comprobado que que son capaces de sentir pero no quieren. Tanto es así que es más fácil «crear un psicópata» a través de la despersonalización (un proceso que llevan a cabo los grupos terroristas con sus miembros), que lograr el proceso inverso de una psicopatía hacia la normalidad.
La falta de miedo y de empatía, sin embargo, no les impide distinguir qué está bien y qué está mal. Racionalmente son capaces de distinguir perfectamente entre ambas y del daño que causan. «Saben lo que están haciendo, pero con demasiada frecuencia tendemos a quitarles responsabilidad», dice el director del ICFS. Una consideración crucial a la hora de juzgar sus actos: por ello, en la mayoría de los tribunales está arraigada la premisa de que la psicopatía no merma la culpabilidad.
Si actúan con mayor o menor frecuencia depende de si sienten colmados sus deseos o si se sienten perseguidos. Eckert mató a su primera víctima a los 15 años. El siguiente asesinato que confesó se produjo más de 20 años después. Para el alemán, el remordimiento llegó cuando vió que estaba acabado. «No creo que los psicópatas tengan que mostrar todos los rasgos de libro, no hay verdades absolutas», opina Segarra. Aunque este es un caso claro, en la práctica hay muchas ocasiones en las que los expertos se quedan con la duda. ¿Es un psicópata?
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